martes, 21 de agosto de 2012

¿Por qué Europa ayudará a Grecia para que siga en el euro?


 En estos días hemos mostrado optimismo con que Europa vuelva a ayudar a Grecia. En ese asunto, los próximos días serán cruciales, más desde que el primer ministro griego, Antonio Samaras, lanzó la petición de que le den dos años más para cumplir con las metas fiscales que le exige Bruselas. Mañana, el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, acudirá a Atenas a estudiar ese asunto. El viernes, además, Samaras viajará a Berlín y el sábado a París para presentar a Merkel y Hollande su programa de austeridad y pedir esa prórroga de dos años. Antes, el jueves, Merkel y Hollande se reunirán para fijar una postura común frente a la petición griega. 


¿Por qué creemos que Europa echará otra mano a Grecia para que permanezca en la eurozona?. En primer lugar, porque el precio que tiene que pagar para que permanezca es mucho menor del que tendría que pagar en caso de que saliera. A pesar de que algunos han afirmado que una salida de Grecia ahora no sería tan dolorosa como en el pasado, la realidad es que provocaría grandes convulsiones en el mercado y sería catastrófico. Una salida de Grecia, además de la inmediata suspensión de pagos que implicaría (con el daño que infligiría, sobre todo, a la banca francesa y alemana) provocaría otra oleada de aversión al riesgo, la paralización del mercado de dinero, la desaparición de la liquidez y otro estrangulamiento del crédito, o “credit crunch” de peores dimensiones, como se suele decir, a la que provocó la quiebra de Lehman Brothers, con la consiguiente recesión global que detonaría.

En segundo lugar, y como resultado de lo anterior, echaría al traste todo el plan que se ha fraguado para ayudar a la economía italiana y española, la tercera y cuarta economía de la eurozona. Algo fatal ahora que parece que por una vez los mercados creen en el plan, tal y como muestra la reciente reducción en la prima de riesgo y el rally en los mercados bursátiles de la periferia, sobre todo Madrid y Milán.

Echar por tierra ese plan significa, directamente, que la eurozona estalle por los aires. Las tasas de los bonos de España e Italia treparía de nuevo con fuerza, al igual que las primas de riesgo, y el costo de las potenciales intervenciones se elevaría enormemente. La credibilidad del plan se iría por los suelos, y como vaticinaría Krugman, es de prever que los ciudadanos españoles e italianos saquen sus ahorros de los bancos locales para refugiarse en destinos más seguros, y se produzca una corrida bancaria y, probablemente, un “corralito”.


Y en tercer lugar, porque iría en contra de la propia tesis que ha venido pregonando el Banco Central Europeo (BCE). El argumento de más peso para intervenir en el mercado secundario es que el elevado premio que exigen los inversionistas por detentar deuda española e italiana se debe al “riesgo de convertibilidad”, esto es, que cada país regrese a su moneda nacional. Si quieren combatir el “riesgo de convertibilidad”, ¿qué más daño provocaría a ese riesgo que realmente un país, Grecia, retornara a su moneda nacional?. ¿No sería como pegarse un tiro en el pie?

Por tanto, Europa volverá a echar la mano a Grecia. ¿Cómo? Eso es lo que se dilucidará en los próximos días. Desde luego que las metas fiscales, los montos, no se moverán. Samaras pide ampliar los plazos. Pero existen otros mecanismos, como que les adelanten la entrega de los fondos o les bajen los intereses siempre que exista un férreo compromiso de Grecia a cumplir con los objetivos. De modo que, al menos en esta coyuntura, ni pensar que Grecia se pueda salir del euro. 

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