lunes, 30 de julio de 2012

Todos contra el Bundesbank (y la corte alemana)...¡y a continuar el rally!


Para que nos dirijamos a una Gran Europa, a una Europa con una mayor integración política y económica sustentada en los cuatro pilares que mencionó el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Dragui, (unión fiscal, unión bancaria, unión financiera y unión económica), todavía hay que salvar dos escollos: el banco central alemán, el todopoderoso Bundesbank, y el Tribunal Constitucional alemán.


El proceso de integración está constituida por dos vertientes: una mayor cohesión monetaria, lo que implica un fortalecimiento de la unión bancaria (con un supervisor común) y financiera; y una mayor cohesión política, que lleva asociada una cesión de soberanía con sus implicaciones de unión económica y fiscal. Pues bien, el Bundesbank es el obstáculo que hay que sortear en lo que respecta a la cohesión monetaria, y el Tribunal Constitucional alemán en lo que respecta a la unión política.

Al primero, al Bundesbank, Europa debe librarlo, en buena medida, en la reunión del BCE de este jueves 2 de agosto; para el segundo, para la corte alemana, tendremos que esperar al 12 de septiembre, cuando dicte su veredicto sobre si el llamado fondo permanente, el Mecanismo de Estabilidad Europeo (ESM por sus siglas en inglés), vulnera la soberanía nacional de los germanos o no.  

Ambos son dos huesos duros de roer: son muy ortodoxos, recelan del resto de Europa, y son muy escrupulosos con su independencia. Los dos se han quedado prácticamente aislados en el plan que se ha pergeñado para ayudar a España e Italia, y que consiste en que el fondo de rescate europeo (el temporal, en una primera instancia, y el permanente cuando esté operativo) compre deuda en el mercado primario;  que el fondo goce de una licencia bancaria de modo que puedan obtener financiamiento en el BCE y así una mayor artillería para intervenir; y que el BCE adquiera bonos en el mercado secundario.

A ese plan el Bundesbank se opone a que el BCE compre deuda en el mercado secundario y a que el fondo permanente adquiera licencia bancaria. A la compra de bonos, aduce que sería “problemática”, y que no es el modo más sensato de resolver la crisis de deuda al dirigir incentivos equivocados a los gobiernos. Respecto a otorgar una licencia bancaria al fondo permanente para adquirir deuda en el mercado primario, objeta que sería equivalente a monetizar la deuda de los gobiernos con el dinero del BCE, sólo que a través del fondo, lo que es contrario a los tratados europeos.

Por otro lado, el Tribunal Constitucional alemán arguye que el fondo permanente podría violar la soberanía nacional porque no sólo supondría que el diseño del presupuesto alemán no dependiera del Bundestag, sino porque en caso de firmarlo obligaría a Alemania, “de manera permanente”, a financiar a los países con problemas.

Ahora bien, fuera del Bundesbank y de la corte alemana, todos parecen haber dado el visto bueno al plan, convencidos de que España e Italia ya hicieron lo que les pidieron y que es el momento de mandar a los mercados una respuesta contundente para salvar al euro.

 En las altas esferas políticas, la canciller alemana, Ángela Merkel, y su secuaz en el ministerio de Hacienda, Wolfgang Schäuble, ya han respaldado el plan, así como el presidente francés Francois Hollande, y el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker. Por supuesto, los beneficiarios, el presidente español Marinao Rajoy y el primer ministro iltaliano, Mario Monti, lo aplauden.  Por el lado del BCE, su presidente, Mario Draghi, que armó todo el revuelo el jueves pasado, lucha ahora por sacarlo adelante, y ya le dio luz verde también el gobernador del banco francés, Christian Noyer.

Por tanto, falta por convencer al jefe del Bundesbank, Jens Weidmann. Para convencerlo, hoy está en Frankfort el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, quien se ha entrevistado con Schäuble y Draghi, y antes de la reunión del BCE, Draghi se encerrará con Jens Weidmann para hacerle entrar en razón.

De él depende que la junta de gobierno del BCE sea un éxito o no el próximo jueves. Pueden suceder varias cosas.

I). Que el Bundesbank no ceda, pero que lo aprueben el resto de los miembros del consejo y el plan salga adelante. La disidencia del Bundesbank, el que se rompiera la unidad en el seno del BCE, podría generar ciertas suspicacias en el mercado, y podría dificultar futuros acuerdos, sobre todo si tenemos en cuenta que las directrices del BCE están marcadas por el banco central alemán. Pero aun así, lo que cuenta es que el plan salga adelante y la respuesta del mercado sería positiva.

II). Que el Bundesbank ceda pero con condiciones, esto es, que se ponga un límite, por ejemplo, al programa de compra de bonos en el mercado secundario (SMP por sus siglas en inglés). Aquí la respuesta del mercado dependería de si es transparente, y comunica el monto del programa, o prefiere ocultarlo; y en caso de comunicarlo, si el mercado lo considera suficiente o no.

III). Que el Bundesbank se una al corifeo, ceda a las presiones y acepte que es el momento de hacer todo lo que sea necesario para preservar al euro.

¿Qué es lo que sucederá el jueves? Nos tememos que el Bundesbank aceptará pero imponiendo ciertas condiciones. Aquí lo crucial, por tanto, es cómo lo comunique el BCE. Pero en eso esperemos que Mario Draghi sea más hábil que Jean Claude Trichet: él viene de Goldman Sachs y sabe cómo funcionan los mercados. Las expectativas se han puesto muy altas y no pueden defraudar.

En caso contrario, no sólo su credibilidad quedaría por los suelos, sino también la de Merkel, Hollande, Juncker, etc.  Serían el hazmerreír y se provocaría un verdadero desastre: la apuesta de casi toda Europa, en esta ocasión, ha sido muy fuerte, y las acciones tienen que se consecuentes con las palabras o la masacre sobre los mercados puede ser brutal. El Bundesbank también lo sabe, por lo que terminará por ceder. De ser así, el poderoso rally de Draghi todavía tiene fuelle y puede traer más subidas y muy fuertes en los mercados globales en este inicio de agosto. 

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